Marrakech. Han pasado 800 años desde nuestra última visita a Marruecos. En aquella ocasión, pudimos recorrer los valles del Draa y el Dades, el desierto de Erg Chebbi, las gargantas del Atlas, y una innumerable cantidad de pueblos y aldeas donde la forma de vida de sus gentes no había cambiado sustancialmente desde la época de su florecimiento. Aquellos pueblos y ciudades surgidos de la mano de las caravanas almohades y almorávides que trasladaban sus mercaderías hacia los boyantes centros comerciales del mediterráneo o el Al Andalus seguían construyéndose a nuestro paso con barro y adobe; sus mujeres aún lavaban la ropa en los arroyos, y las distancias entre algunos pueblos continuaban midiéndose en jornadas a lomos de un burro o un dromedario.
Como era previsible, el intenso bullicio y la frenética actividad de Marrakech nos cautivaron nada más llegar. El color, la música y los espectáculos callejeros secuestraron nuestra atención sin oposición alguna; pero lo cierto es que, una vez pasada la resaca de esa primera borrachera, nos encontramos en cierta medida fuera de sitio. Cansados de perdernos por las calles de la medina, dedicamos toda una tarde a estar sentados en la terraza de nuestro hotel observando el crisol de personajes que pasaba delante de nuestros ojos, …echando de menos la paz, el silencio y el ritmo de vida de los pueblos que habían sido nuestro hogar durante los últimos diez días, … hace 800 años.
A pesar de todo, Marrakech es una ciudad que sería un pecado dejar de visitar. Es una gran prostituta que vende todo cuanto tiene, hasta la propia miseria que genera.
Marrakech es, sobre todo, un gran centro de negocios. Su innegable atractivo turístico, tanto interno como europeo, viene determinado por ser el lugar donde uno puede comerciar con cualquier artículo que otro ser humano pueda necesitar, desde un simple huevo de gallina, hasta la más exquisita resina para lubricar las cuerdas de un violín.
Su medina es un laberinto de diez mil callejuelas donde la gente vive, trabaja y comercia. Como ocurría hace más de mil años, los trabajadores están agrupados por gremios habilitando mercados específicos. El barrio de los curtidores de pieles (tanerías) y su mercado de subasta, el mercado de aves, el de las especias, el barrio judío,…
Además, el continuo trasiego de turistas y compradores que vienen de otras partes de la ciudad, otras comarcas e, incluso, otros países, ha dado lugar a que el zoco, el souk, se convierta en uno de los más populares de todo el norte de África. Son mil calles y callejuelas, la mayoría cubiertas por toldos o tejavanas donde uno, además de perderse cuarenta veces, puede encontrar todo lo que se le ocurra: lámparas, alfombras, especias, babuchas, artículos de piel, vestidos de fiesta árabes, frutas y hortalizas, dulces, … y así hasta el infinito, …y más allá!
Visitamos las tanerías donde, provenientes de cientos de kilómetros de distancia, se curten las pieles tanto al estilo árabe (oveja y cabra) como al bereber (vaca y dromedario), y donde el hedor hace que te plantees si no hubiera sido mejor verlo en algún documental de la BBC.
Y, por supuesto, pateamos repetidamente la famosa plaza de Jenaa el Fna. Esta plaza es la puerta de entrada al souk y, a partir de las nueve de la mañana, el mítico lugar donde comienzan a establecerse los puestos de venta de dulces, zumos de naranja, helados, caracoles, productos típicos de la cultura bereber, y donde también comienza el espectáculo de diversos grupos de personajes ataviados al estilo tradicional, músicos, o los mismísimos encantadores de serpientes. Todos estos buscan la foto del turista a cambio de un puñado de Dirhams o euros. En esta plaza, sacar una foto (salvo que sea furtiva) sale más caro que cuando había que ir a revelar los carretes.
A medio día y, sobre todo, al caer el sol, los encantadores de serpientes y buscafotos dan paso a los músicos y cuentacuentos (todo para consumo interno,… en árabe). A su alrededor un círculo de seguidores y curiosos les jalea y aplaude mientras los turistas europeos les miramos con curiosidad sin entender de qué va la fiesta. …bueno, a veces sí. Ayer vimos cómo, en el interior de uno de estos corrillos, un par de muchachos se sacudían las jetas alegremente con unos ridículos guantes de boxeo mientras su promotor pasaba la gorrilla al respetable. El lenguaje de las tortas es internacional.
Donde también entendimos muy bien de qué iba la fiesta fue en los puestos de comida. Aquí sí te atienden en cualquier idioma, sin olvidar el euskera o catalá si hace falta, invitándote a que te sientes en sus puestos que, curiosamente, siempre son de mucha mejor calidad que los que está al lado; tagines, cous-cous, poulet grillé, brochettes, … vamos lo de costumbre.
El resto de la ciudad, con sus jardines, palacios y barrios nuevos, acompaña dignamente a este gran mercado, pero es ella -la medina- la que hipnotiza abriendo las puertas de sus partes más intimas.
Perdonad que no me recree más, pero Marrakech es un destino tan asequible que en lugar de perder el tiempo leyendo estas líneas deberíais dedicarlo a buscar tres o cuatro días tontos en vuestra agenda para dar el salto.
*
…y ahora sí, después de diez días de aventura y tres de turisteo, ha llegado el momento de poner definitivamente punto final a este blog. En pocas horas estaremos volando de regreso a Madrid.
1000 gracias a todos por vuestra visita, y 1000 gracias también a todos los que os habéis animado a insertar comentarios a nuestras entradas. Ya sabéis que nos hacía mucha ilusión poder leer todas y cada una de ellas mientras circulábamos por aquellas tierras desérticas.
Y, para aquellos que aterricen por este blog en diferido buscando información sobre tramos o rutas, sed igualmente bienvenidos, agradeceremos todos los comentarios que deseéis incorporar. Además, trataremos de completar la información añadiendo enlaces con los tracks que el GPS nos ha ido generando. De cualquier manera, como hizo con nosotros nuestro amigo Bicipoli sirviéndonos de gran ayuda, estaremos encantados de ampliar todos los detalles que necesitéis en este email de contacto: koko@lavabit.com.
Au revoir!
Juanjo e Iñaki.